29 de febrero de 2008

Así fue cómo

El botón había desaparecido. El control dependía absolutamente de s propia intuición. Sabía que no podía permitir que semejante tragedia se repitiera, otra vez. Contó hasta tres y respiró hondo. Sabía también que su vida no sería la misma de ahora en más. Había llegado el momento de demostrar lo que realmente era.
En la suspensión de la calma que antecede a la tormenta, logró controlar sus impulsos y ponerse en camino otra vez. Era cuestión de alejarse de todo y aislarse para estar totalmente en foco y prestando atención. La alarma podía dispararse en cualquier momento. Eso era lo que pensaba cuando la sirena trató de alertarle tan estúpida acción a cometer. Será que todavía hace falta darle habla a las alarmas porque su unitono constante no distinguía una advertencia de otra.

Así fue cómo el corazón, ese absurdo agente alarmante, equivocó una señal de peligro con una de amor. Así fue cómo el hada dulce murió de amor. Así fue cómo todos descubrieron la similitud entre el amor y la muerte. Así fue cómo nunca más las hadas osaron enamorarse. Así fue cómo todos los misterios del amor quedaron resueltos para todas y cada una de esas unidades de tan mágica especie. Así fue cómo las hadas dulces no pudieron con su naturaleza, se enamoraron y murieron. Así fue para todas menos para una. Así fue cómo conocí mi futuro, mi muerte y mi pesar. Así fue cómo el mundo se enteró del peor de los sufrimientos que llevan a la muerte: el amor de quien no le corresponde en esta vida enamorarse, pero no puede evitarlo.