24 de marzo de 2008

La mejor venganza

Te miro fijo y me sonreís, mas sé que eso ya no importa. Ya nasa más importa. Detrás de esa mirada perversamente risueña se esconden intenciones de fantasma. Me hablás con cada una de las pestañas que se mueven en tu andar. Me descubrís cada vez endeble con cada paso que das. Y sin embargo, me seguís sonriendo.
Es así que cada palabra que se escucha reacciona distinto en el aire: como reacciones químicas, pero que terminan en odio, ternura, resignación, miedo, indiferencia. Se escuchan de telón de fondo la llovizna que no deja en paz ni a toldos ni a chapas. En el medio de tu interpretación, intento leer a la persona detrás del personaje, y descubro tristemente que no puedo. No sé si será la mediocridad o, simplemente el paso del tiempo en mí, pero me conformo con tu teatralizada mirada de amor.
Vuelvo a mirarte fijo y me volvés a sonreír. Es que creo que ésa es tu mejor venganza.