13 de septiembre de 2011

Las uñas rojas

Las uñas rojas completaban el look de solterona empedernida nomás. Si hubiese estado en batón y acariciando un gato con 70 años,la idea clicheana hubiese sido completa. Pero no,le alcanzaba con 22 años,la mala cara,el resentimiento y sus uñas golpeando contra el vaso de cerveza.
Escuchó que alguien preguntaba por ella. No en el buen sentido. No lograba congeniar con nadie,aunque su cara de pocos amigos tampoco la ayudaba. Y sin embargo,no comprendía su soledad ahí. La familia se convirtió en deseo,la ruina en costumbre,y ahora todo a su alrededor se desmoronaba. Pero sin embargo,luchaba x creerse reina.
Subió la escalera sin más prisa que quien camina a su aguja envenenada por última vez. Quizás el error lo cometía ella,creyendo que el mundo cambiaría alguna vez y jugaría a su favor. Es más,estaba casi convencida de ello. Y seguía adelante.
Las uñas rojas eran lo último que quedaba de su mácara. Abrió la puerta del auto y vomitó. Otra vez se sintió morir,con la maldita reencarnación a la vuelta del amanecer.

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Ojos marrones

Ella tenía los ojos marrones y enormes. Miraba a su alrededor como si recién hubiera llegado a donde siempre estuvo. Todo a su alrededor le parecía tan suyo y al mismo tiempo,tan extraño. Siempre intentaba encajar,y siempre caía fuera de lugar. Ostentaba el lujo de contagiar su sonrisa,pero sufría el karma de no poder sacarse de encima sus lágrimas.
Era ella la que lograba que todos la escucharan y la siguieran,y era ella la que siempre perdía frente a los que le tiraban para atrás. Todas las noches era algo nuevo. Sufría por los cambios,y no podí esperar el día en que todo arrancara de nuevo.
Otra vez miró a su alrededor con los enormes ojos marrones y esa dejadez en su interior. Abrió la boca para tomar aire fresco y se durmió. Nada de lo que la rodeaba era ya cierto. Todo se transformó en la pesadilla que siempre soñó. Y así,como de repente,corrió,y corrió y corrió...

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