23 de noviembre de 2006

Rencorosa no


Puedo perdonar mi estupidez de dejarme impresionar por situaciones anormales, el dejarte darle a mi vida un giro de 180º sin preguntar, la ilusión que creí que era pero no, el omnubilarme por la música.
Pero hay ciertas cosas que no puedo perdonar: que me hayas quitado lugares de mi ciudad que ahora no producen en mí más que llanto, que me hayas quitado también parte de la felicidad que la música produce en mí, que las óperas y los pianos ahora tengan gusto a lágrimas.
Todo tiene un límite: no podés lastimar a alguien así (aunque haya sido sin querer o sin darte cuenta, lo hiciste).
No necesito un cuento, no necesito un poesía para decirte lo que entendí hoy: aunque lo intente, no puedo perdonar estas pequeñas cosas, tan grandes para mí.

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