13 de marzo de 2007

Carmen

Carmen se acomodó frente al televisor, sin más excusa que la de esperar el llamado. Ya no podía contar ordenar los estantes, ni lavar la ropa, ni escuchar música, ni leer su libro, porque no quedaba espacio en ella que albergara otra cosa que su recuerdo. Mientras las imágenes se sucedían sin ton ni son de manera indefinida e interminable, Carmen rogaba que todo esto no se realizara, que fuese sólo una sensación y no un sentimiento.
Acomodó la espalda contra el respaldo, y en un intento de autodestrucción, ladeo la cabeza hacia la pantalla, intentando compenetrarse en eso que tanta gente encontraba fundamental y divertido. Entonces la vió: era una imagen maravillosa de algo tan parecido a su más terrible pesadilla y a su más preciado sueño que parecía irreal. Escuchaba como las voces parecían completamente armónicas y afinadas, como los colores eran siempre brillantes y opacos, y como, sobre todo, las miradas eran absolutamente hipnóticas. ¿La historia? Pues no importa, no era fundemental. ¿Los diálogos? Explícitamente olvidables. ¿La escena? Cada vez más real.
Había un hombre. Había una mujer. Había un niño. Había una niña. Había una vida. Había otra. Había casi un era completa, generaciones y generaciones detrás de las caras. Había susrros que parecían gritos, había reproches que parecían pedidos de disculpas. Había una entrada, una salida, un escape, una salvación, una respuesta, una veng...

RINGGGG!
-¿Hola?
-Hola.
-Ah, hola. ¿Cómo estás? (la sonrisa podía oírse a kilómetros de distancia)
-Bien bien. Tenemos que hablar, hace mucho que no lo hacemos.
-Es verdad...
-Tengo tanto que contarte, tanto que decirte.
-¿En serio? Yo también tenía ganas de hablar con vos.
-¡Ay, cuándo la conozcas!
-¿Qué?
-Si, a mi novia.


"...It's meeting the man of my dreams, and the meeting his beautiful wife..."

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