Morocha (La manera de perder)
¿Sabés cuántas veces quise tenerte? No, no te hacés una idea. Mirándote fijamente, sonriéndote y aislándonos de todo lo que nos rodeaba. Vos, como siempre, ligera, fluyendo entre las piedras que te tiraban y el viento en contra que de algún modo parecías esquivar. A tu lado, yo, caminando como si no existiera camino, gente, faroles, semáforos; siendo fiel al hechizo de tu pelo despeinado, anudado, ondulado, libre. Tu voz hacía de mi mente un torbellino y de mis sentimientos un alarido. Las palabras, cada una de ellas que osaba salir de tu boca, entraban por mis oídos con la fuerza de un rayo, e inmediatamente atravesaban de sien a sien toda mi razón, dejándome anonadado frente a semejante frialdad.
Todavía llevo la cuenta de las baldosas que pisamos juntos. Pienso en el tiempo que compartimos y se me escapa el recelo frente al que ahora te acompaña por las mismas baldosas que todavía cuento. Me ahorro decirte que los días decidieron durar mil horas desde que te perdí. Y vos, con tus ojos perdidos y tu desinterés en el que te quiere, seguís diciendo que duran solamente veinticuatro. Es ese el momento en el que te gritaría (y a los cuatro vientos) que no vas a vivir nunca si no te dejás amar.
Entiendo que el invierno te haga guardar. Nunca lo quisiste, no me sorprende no verte caminar por estas calles en las que te espero. Pero eventualmente va a llegar la primavera y vos, con tu insanía bohemia y desubicada, vas a volver a pasar frente a esta esquina en la que estoy, siempre, con tu imagen en los ojos y en la memoria. Vas pasar, aislada del mundo, dejando que se destruya atrás de cada uno de tus pasos. Vas a pasar, sin verme, sin sentirme, sin siquiera recordarme, retraída en con la música en tus oídos, sonriendo a los que pasan pero sin dejarles conocer tu sonrisa. Vas a pasar y yo, dejándote pasar, voy a volver a esperarte, como siempre.
Retorcida, fría y calculadora. Con el miedo de permitirle a alguien que te conozca, que atraviese esa muralla y pueda doblarte. Boicoteando tu vida para evitar vivirla. Morocha, no te queda más tiempo para perder, es tu única opción. Morocha, soy yo. Morocha, soy tu manera de perder.