13 de agosto de 2009

Nadar en la oscuridad.-

Se había cansado de leer. Se había cansado de escuchar al mundo parlotear a su alrededor. Atrás de tantas palabras y voces, lo único que podía oír eran silencios. Y vacíos, muchos vacíos. ¡Cuántas horas y ondas se habían ocupado con cantidades de vibraciones inútiles y infinitamente vanas!
Cerraba los ojos y lo único que podía imaginar era un gran vacío. Un espacio libre de gente estúpida, donde su mente y sus pensamientos fueran llenando de a poco todo el lugar. Un silencio permanente que se cortaba, no ya por chácharas inservibles y detalladamente insulsas, sino por sus ideas que después de mucho tiempo volvía a entender. Ella, ella sola, pero no solitaria. Abría los ojos y encontraba la realidad pegándole bastonazos en los tobillos ya quebrados. Pararse sin pegar un grito era imposible. Seguir todo el camino gateando, aún más horrible. Trataba de dejar fuera de su alma todo lo que era incoloro. inodoro y acongojantemente habitual: cada vez se le hacía más difícil, más imposible. Incluso, por momentos, creía entender a aquellos cuya elección de vida era flotar. Flotar. "¡Qué situación más placentera y sencilla!" - pensaba. No era más que tomar la corriente, hacerla propia y, al mismo tiempo, dejarse llevar por ella. Toda vez que las cosas se ponían complicadas, quienes flotaban parecían salirse con la suya. Y en ese momento, en aquél en el que estaba a punto de dejar de nadar, lo recordó. ¡Cuántos flotantes había visto hundirse frente a la primera gran ola, simplemente por no saber andar!Desesperada, se despertó. Notó que súbitamente había cortado un movimiento muy similar al de una brazada. Miró el reloj y las tres de la madrugada la terminaron de iluminar. Se vistió, caminó las tres cuadras que la separaban de la plaza y se acostó en aquella noche de verano, bajo las estrellas que parecían cada vez mñas brillantes, en la soledad de la nocturnidad porteña, de la simpleza barrial, del calor hogareño de su plaza. Cerró los ojos y ahora vio, a su alrededor, a nadie, a nada, sólo lo que quería sentir. Abrió los ojos y ahora vio, a su alrededor, a nadie, a nada, sólo lo que quería sentir. Finalmente, nadar en la oscuridad era la respuesta.

1 comentario:

Ragnar dijo...

Noto que la música alegre tiene la capacidad de destrozar la melanconlía de tus posts. Y entonces me doy cuenta que eso es lo que transmitís en cada pedacito que escribís, vaya uno a saber como, mediante personajes nuevos e inconexos, entrada a entrada, hay una melancolía casi tangible sobrevolando y permeandolo todo...

pst! Nocturnidad?