9 de junio de 2010

Otra vez.-

Lo tenían todo. La tranquilidad, la paz, el amor, la felicidad. Todo ahí, al alcance de sus manos. Todo tan simple parecía. Lo habían visto cientos de veces, tenido en frente a sus narices en miles de ocasiones. Todas y cada una de ellas habían sido oportunidades de alcanzarlo, de conseguirlo. Todo se había concluido para que fuera lo que tenía que ser, y nada más. Suponía que lo habían visto: nadie podía ser tan estúpido como para no verlo. Era claro, evidente, casi que imposible de no chocarse con ello. Y ahí seguía, tan incólume como siempre. No pudo creer lo que veía... 

Otra vez se repetía la historia. Otra vez, como hacía años pasaba, rozaban sin sentir la oportunidad de ser completamente felices, y no la tomaban. Otra vez, abandonaban cualquier posibilidad de entender lo que pasaba a su alrededor. Otra vez, se conformaban con las mismas simples palabrerías. Otra vez, se creían lo que sus propias mentes inventaban, por sobre lo que los sentidos más extasiados les indicaban. Otra vez, volvieron a abandonar a la suerte que el destino cambiara. Otra vez, dejaron que el sueño se rompiera de nuevo. Otra vez, sin demasiado esfuerzo, cortaron los hilos que mantenían tejido el cielo. Otra vez, corrieron atrás de la mentira.

Después de ese día, la vida ya no fue la que conocían. Ya no habría otra oportunidad. El perdón y la felicidad estaban perdidos. 

Ella volvió a caminar, y decidió nunca más volver a comprender o perdonar. No se lo merecían. Por mucho que lo quisiera, ya nada sería lo mismo. Ella volvió a caminar. 

1 comentario:

Ragnar dijo...

Basta. Estás metida adentro de mi cabeza, mirás en mis pensamientos más íntimos, mis historias más radicales, las hacés propias, las retocás acá y allá y las escupís en forma de post. Me tenés cansado con tu talento.