25 de noviembre de 2007

Open the door to the next destruction
Over the hill there's somebody else
What should we do for an instruction?
I guess it's not so easy to save the mess

Close the last window to deceiving
I'm been through there and I'm bleeding
Caught the night over the meeting
Suppose there's no one, I'm not kidding

Well there's easy if you're not there
It's so obvious you're teasing me
And now, the walking is too hard
And now, I'm crawling no more

Look at me now that I'm falling
Leave me behind that I'm soaring
Save yourself when I'm not hoping
I've been over there and I won't walk away

Since I've grown up,well, I can't find me
I don't like it here, it's not so warming
Look at me now, I'm thorn all to pieces
and you can't see it 'cause I'm not screaming

Along the way we have to pray
because there is always always hope
But then sometimes the walls just drop
and the things we hear are surely wrong

Look at me now that I'm falling
Leave me behind that I'm soaring
Save yourself when I'm not hoping
I've been over there and I won't walk away

23 de noviembre de 2007

Desde el túnel*

Ya antes de decir esta frase estaba un poco arrepentido: debajo del que quería decirla y experimentar una perversa satisfacción, un ser más puro y más tierno se disponía a tomar la iniciativa en cuanto la crueldad de la frase hiciese su efecto y, en cierto modo, ya silenciosamente, había tomado el partido de María antes de pronunciar esas palabras estúpidas e inútiles (¿qué podía lograr, en efecto, con ellas?). de manera que, apenas comenzaron a salir de mis labios, ya ese ser de abajo las oía con estupor, como si a pesar de todo no hubiera creído seriamente en la posibilidad de que el otro las pronunciase. Y a medida que salieron, comenzó a tomar el mando de mi conciencia y de mi voluntad y casi llega su decisión a tiempo para impedir que la frase saliera completa. Apenas terminada (porque a pesar de todo terminé la frase), era totalmente dueño de mí y ya ordenaba pedir perdón, humillarme delante de María, reconocer mi torpeza y mi crueldad. ¡Cuántas veces esta maldita división de mi conciencia ha sido la culpable de hechos atroces! Mientras una parte me lleva a tomar una hermosa actitud, la otra denuncia fraude, la hipocresía y la falsa generosidad; mientras una me lleva a insultar a un ser humano, la otra se conduele de él y me acusa a mí mismo de lo que denunció en los otros; mientras una me hace ver la belleza del mundo, la otra me señala la fealdad y la ridiculez de todo sentimiento de felicidad.
-*-*-*--*-*-*-*---*-*-*--*----*-*-**--*-*-*-*-*-*-*-*-
Desde la oscuridad del asiento del colectivo, la ciudad de Buenos Aires se convirtió en una gran biblioteca donde todo lo posible a crear era desde la imaginación lo que las letras me regalaban. Sometí mi voluntad a la de Juan Pablo Castel y sonreí no para mis adentros revelándole al mundo que no estaba donde creía estar. La suerte se reveló para mi bien y logré bajarme donde debía, pero no sólo eso. Como hipnotizada con la magia de un relato que no hacía más que traerte a mi memoria, llegue a ese banco de cemento de la esquina de Donato Alvarez y Gaona y me senté a esperar el paso del tiempo, de las personas y del mágico príncipe que viéndome leer se acercaría para conocerme.
El tiempo pasó, también la gente. No, está de más decir que él no pasó, vos tampoco. Sonreí al terminar el capítulo, y el siguiente también. Al tercero ya no me parecía tan simpático el viento que acertaba sin piedad en mi garganta. A la mitad del quinto tenía ganas de encontrarte sólo para decirte lo mucho que aborrecía tu falta de compromiso y caridad. Finalmente, sin perder la concentración que me provocaba el libro y las páginas amarillas de semejante novedad, me levante con la suavidad de una tarde de junio y me sorprendí volviendo a la negación de mi hogar. No perdí un solo segundo de vista que no habías aparecido, tampoco te lo voy a dejar pasar como si nada. (Pero es verdad que te perdonaría cualquier cosa cuando me mirás así). Sonreí, pero creo que en realidad era mi inconsciente riéndose de mí. Detrás de cada letra leída dejé una halo de sorpresa y miedo, un resabio de angustia por no saber lo que me esperaba y una estela de magia que producía la historia desconocida en mí. Hasta que llegué a la puerta.
Podría contarles las horas que pasé entre que llegué y me fui, y volví a llegar. No tendría ningún sentido. Sólo me voy a dedicar a comentarles que durante esas horas que pasaron como si no pasaran, Juan Pablo Castel se volvió más que un amigo para mí. Les podría decir que si no hubiera sido hombre, me sentiría mucho más plagiada que ahora. Sencillamente me dediqué a disfrutar de cómo alguien casi 80 años mayor que yo no elegía otra forma de vivir que la del sufrimiento mismo que yo había elegido. Y eso era lo que constantemente me hacía sonreír.
Y cuando salí lo vi, sí al que esperaba. No, no él, no vos. Si hubieras sido vos no te lo estaría contando. A él, al que me sacó una sonrisa por detrás de la risa que provoca mi sufrimiento visto en otro. Y pensar que sólo me dediqué a decirle "¿Cómo estás?". Si tan solo no pensara. Si tan solo sintiera. Si tan solo Juan Pablo no fuera yo. Si tan solo Castel no me hubiera puesto a escribir ahora para sacar su pintura en tinta, quizás justamente ahora podría crear lo que él no pudo sin amar. Y lo que logró destruir detrás de su nueva e inútil capacidad de amar.

22 de noviembre de 2007

Yo nací para mirar /lo que pocos quieren ver

Mientras el caleidoscopio cortaba polea en tu mente, la voz de la conciencia te arrancaba todo de adentro. Esa conciencia con letras y mayúsculas y angustias y apellido que te acercaba a vos misma supuso que lo mejor era hablar y confundirte aún más. Que los peligros eran inminentes era más que sabido, pero la facilidad en no escucharlo era mucho más cercana a vos que la dificultad de esperar que se solucionara todo por tu accionar.
Horas de suspiros pasaron por tu mente, segundos de frases volaron velozmente hasta tu sentido de la supervivencia y desembocaste en la distancia que había entre vos y tu conciencia. Y ahora había que remarla, que correrla, que disfrutarla. Veías lo que había en la otra orilla, pero no es verdad eso de que siempre el otro jardín es más verde. Era como ver detrás de una neblina, detrás de un montón de ventanas sucias sin ningún futuro de limpieza.
Sonreís, pero sólo para vos, porque nadie más te ve. Sonreís, pero porque únicamente vos sabés lo que realmente hay en la otra orilla porque ya estuviste allá, y te causa gracia el esfuerzo del mundo por llegar al infierno. Y mientras tanto, tu conciencia sigue torturando al niño interno dentro de tí y al externo fuera de mí. Y la escuchamos, y otra vez le sonreímos. Suspendés por un momento toda respiración posible, mía, tuya. Un momento que se extiende, se percibe detrás de la espera del mundo y de la sociedad. Me mirás, y sabés que te miro, pero no podés recordar mi rostro sin mirarme. Tenés miedo de perderme detrás de ese cuadro, detrás de esa pintura. Y la respiración vuelve, y se vuelve a pausar.
Disfrutás de lo que dice la conciencia ahora, y otra vez te le reís en la cara pero ahora ya no porque le temés, sino porque la vez de par a par. Y me explicás por la mirada más difícil de digerir que podés conseguir que somos uno entre los tres y que no queda más para esperar que nuestra propia desidia. Y después de tanta perorata, salís a caminar por ese cúmulus de cemento, ruido y fealdad que tan preciosa hace a la ciudad de Buenos Aires.
Detrás tuyo, ella. Pero no la escuchás, te cansaste de esperarla y ahora sencillamente te dedicás a acompañarla a trabajar. Y mientras tanto, el título de "mufa" se escapa entre las letras de tu nombre y la complicidad de tu risa y tu ignorancia elegida. El libro de Dorian Gray no escapa a tu mente en nigún momento, y ahora le dejasen claro al mundo que sólo vos lo podés entender, conmigo y tu conciencia a la par.

18 de noviembre de 2007

momento para el freno de mano*



Abro este flog con el único incentivo y la única necesidad de sentirme fuerte para el resto de mis momentos. Perdí a los que me acompañaban en el camino. Los perdí de tal manera que hasta logré el tan maravilloso milagro de perderme a mí. No sé dónde quedé y no sé tampoco dónde estoy. Y ahora es momento de tirar con fuerza el freno de mano, de poner punto muerto y arrancar otra vez desde cero, por el camino, dejando la banquina. ¿Será posible que pueda borrar todo, tirar este lienzo que llamo vida a la mierda y usar una nueva hoja para empezar una nueva cuenta? No lo sé, pero confío en mí, en mi fuerza, en mi capacidad. Confío en que ahora que puedo cortar todo de cuajo (como hice hace seis años y arranqué de cero pero para mal) y retomar el camino por el que venía, que ni estaba tan equivocado, ni me hacía tan mal.Volqué el viernes, frené el sábado y me desperté el domingo. Y ahora lunes, ¿qué carajo pretendo de mi vida? No sirve que sea maravillosa de lunes a viernes y desbarranque apenas pueda, porque eso es lo que hago. Aguanto, aguanto, aguanto, y después exploto, como si estuviera destruyendo a alguien más que a mí. Y el mayor problema es que a nadie más le importa, si lo único que la gente espera es ser cada uno de ellos feliz... Tengo que salvarme sola, porque nadie más lo va a hacer por mí. Espero que esto no sea mirar al espejo y reflejar. Espero que sea mirar para adentro y entender cómo cambiar.


http://www.fotolog.com/freno__de__mano

cuando suficiente es suficiente*

Detrás de la luz de la luna que se escapaba por detrás de unas nubes hambrientas de poder, sentía que mi alma robaba el poco tiempo que le quedaba a mi desidia en mí. Después de eso, esa mismísima noche, no sentí nada más (ni que lo hubiese pedido).
Lloré, sí, lloré cuando desperté, pero nada fue tan terrible como el simple hecho de haberme despertado. Lloré porque descubrí que el miedo a no ser lo máximo que pudiera ser a los ojos de los demás me había llevado a ser todo menos yo misma. Si era feliz siendo como era, ¿cuál fue la necesidad de cambiar, de ahogarme en el seno de alguien más?
Pensé, repensé, recontrahiperpensé, pero todo se empecinaba en terminar en la misma frase: lo hecho hecho está. Era cuestión de entender que si quería cambiar algo, si quería solucionar mi pérdida de identidad, lo único que podía hacer era hacer algo. Esperar no serviría para nada, a pesar de que parecía ser la mejor y más fácil solución.
En el medio, ellos, los otros, los que habían llegado a ser yo misma pocas horas antes: eso era lo que debía dejar atrás si quería volver a sonreir de verdad. Sedienta de vanidad, curiosa de locura, todo lo que podía significar la peor de las pesadillas para esta comunidad tan ostentosamente perversa cruzaba mi mente sin más peligro que el de revelarme la realidad.
Ahora: ¿qué capacidad podía tener un cuerpo sin espíritu y con mente para crear un espíritu que no sólo le correspondiese, sino que además se conjugara con lo que esperaba de dicho espíritu? Creí, pero como sólo un ángel puede creer, con la fe de la inocencia detrás de la insolencia. Más en un mundo donde la fe es el peor de los insultos, el más terrible de los desastres. Yo decidí tener fe en mí.
Ya no puedo echarme atrás, las cartas están echadas y es mi habilidad para jugarlas la que me permitirá volver a ser quien quiero ser o perderme para siempre. Pero para eso sé que no puedo sola, que dependo de alguien que me sostenga, que me permita matenerme en pie cuando sienta que ni el más macizo de los bastones podrá evitar que tambalee: Por lo pronto, espero poder empezar sin ese bastón, pero sé que en lo sucesivo deberé encontrarte, sí, a vos, al que me sostenga. Tengo que creer en mí, pero no en que soy intocable, inmortal e insensible.

13 de noviembre de 2007

Te necesité como nunca necesité a absolutamente nadie. Respiré hondo esperando que aparecieras, y no lo hiciste. Y aunque lo hubieses hecho hubieses sido tarde. No importa cuándo, pensé que sería posible que hasta por milagro quizás soltaras ese manojo de egoísmo que te eleva por los aires y volvieras a mí. Incluso que quizás, por primera vez llegaras. Pero no lo hiciste. La magia esta vez pareció desaparecer, de una vez y para siempre.

Las lágrimas que me acompañan no son de cocodrilo. Tampoco son siquiera pasajeras. Ni momentáneas. Son absoluta y comprensiblemente eternas. Porque el dolor de lo que se tuvo y se perdió para siempre sabiendo que no volvería jamás es inolvidable. Pero no del buen inolvidable, no de la sensación de mariposas en la panza de tu primer amor, sino del mal inolvidable, del que aparece cuando un avión se estrella frente a tus ojos y tu inutilidad.

Podría decirte que lo sé, pero jamás voy a entender cómo pudo ser que todo tuviera un final tan drástico. Bueno, al menos para mí.

Si sigo escribiendo un teclado va a perder su pulso. No me quedan ni letras, ni palabras, ni bronca, ni ira, ni llanto ya para poder decirte que voy a extrañar a la única persona que me hacía sentir acompañada y feliz, pero que también sé que soy una persona y que como tal lo único que puedo hacer por mí y que no vas a poder hacer vos es respetarme.

Te amo, amo tu recuerdo y lo que vivimos juntas, jamás te voy a olvidar. Marcaste todo, pero este es el final.

Todo historia tiene un final, pero en la vida todo final es un principio. Espero que así también lo sea para mí.

Para vos, Johy.

6 de noviembre de 2007

Sobre ruedas

Todavía siento el puñal en el pecho.
Mas sólo queda el agujero
y la mancha negra de tu pasar.

Mientras todo está quieto y lento
parecer ser que mi aliento
y la sorpresa no pueden ya llegar.

Angustia de no poder volver
a saber.
Angustia de no poder entender.

Sistemación de no correr
estoy cortada aquí a tus pies.
Afuera suena un cañón
que detona bolas en un paredón.
Acá no queda nada, nada, nada.

Sentada espero tu memoria.
Acorto pasos que no hay .
Y sin más no hay más quimeras.

Desastre de no vivir antes
de este tiempo.
Desastre de no vivir jamás.

Acuerdo mutis de no saber
cómo amarme así sin perder.
Adentro no hay expresión
(más que la mínima unión).
Acá no queda nada, nada, nada.

Puñal inverso de dolor.
Ocaso triste del amor.
No queda rostro en la pasión.
No había sentido este sudor.

Se escucha a la nada cortar
el aire tibio del suave mirar.
Niego ver lo real y lo irreal
que me destruye, está en vos
Acá no queda nada, nada, nada.

Nada, nada, nada.

Puñal quitado, mancha oscura.
Lienzo vacío mi corazón.