10 de septiembre de 2009

El deshormiguero más grande del mundo.-

Millones de ellos se mueven, siempre tan apurados, bajo el rayo de sol o la lluvia, haciendo lo que corresponde. Se golpean, se atropellan, sa aplastan, y siguen haciendo lo que corresponde. Todos casi negros, todos casi grises. A su alrededor el maravilloso color de la vida, pero no les compete anexarse a ese movimiento alegre de hojas, flores, pájaros, agua, rayos, viento. No, porque no es lo que corresponde.
Siguen derecho, siguen caminando. Rompen las barreras de las vías para acelerar el paso. Llegan temprano a lugares vacíos, llegan tarde a lugares llenos. Nada de eso importa, ellos continúan con su movimiento constante y sin pausa, pues es lo que se corresponde.
Siempre con pasos increíblemente marcados y seguidos uno del otro. Con ojos más parecidos a cataratas que a lagos, siguen andando, pasando. Se mueven, van, vienen, se cruzan, se anudan. Y siempre tan solos. Pero eso sí, siempre haciendo lo que corresponde.
De repente, estrepitosa y sorpresivamente, colapsa su armazón de metal. No sé si los agobia el miedo o siguen haciendo lo que corresponde.
Caído el Parlamento, la ciudad no colpasa. Los niños siguen, portando sus mochilas. Las madres siguen susurrándelos que los aman. Los abogados siguen ajetreadamente vacíos. Y los médicos, fríamente encamillados. El movimientos no se frena ni por un momento. Simplemente siguen, procurando moverse lo suficiente como para evitar ser ellos la próxima víctima. Si hace falta, desarmarán el origen del mundo. Si es lo que corresponde.-

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