27 de diciembre de 2009
11 de diciembre de 2009
Mundos.-
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7 de diciembre de 2009
Stuff.
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5 de diciembre de 2009
Espectralmente.-
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3 de diciembre de 2009
Atravesando la rutina.-
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14 de noviembre de 2009
Nervios.-
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6 de noviembre de 2009
Despertarse.-
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14 de octubre de 2009
La guerra de los sexos III - Sobre la victoria de la histeria
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7 de octubre de 2009
Del Rock al Derecho en 21 años.
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2 de octubre de 2009
La guerra de los sexos II - De la aceptación y la negación (Lo que me costó la posesión de mi media naranja)
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29 de septiembre de 2009
La guerra de los sexos I - La batalla de la cordura emocional
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24 de septiembre de 2009
Simulando.
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16 de septiembre de 2009
Parecía.-
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10 de septiembre de 2009
El deshormiguero más grande del mundo.-
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6 de septiembre de 2009
Ella.-
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2 de septiembre de 2009
Llovizna.-
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22 de agosto de 2009
Morocha (La manera de perder)
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13 de agosto de 2009
Nadar en la oscuridad.-
Cerraba los ojos y lo único que podía imaginar era un gran vacío. Un espacio libre de gente estúpida, donde su mente y sus pensamientos fueran llenando de a poco todo el lugar. Un silencio permanente que se cortaba, no ya por chácharas inservibles y detalladamente insulsas, sino por sus ideas que después de mucho tiempo volvía a entender. Ella, ella sola, pero no solitaria. Abría los ojos y encontraba la realidad pegándole bastonazos en los tobillos ya quebrados. Pararse sin pegar un grito era imposible. Seguir todo el camino gateando, aún más horrible. Trataba de dejar fuera de su alma todo lo que era incoloro. inodoro y acongojantemente habitual: cada vez se le hacía más difícil, más imposible. Incluso, por momentos, creía entender a aquellos cuya elección de vida era flotar. Flotar. "¡Qué situación más placentera y sencilla!" - pensaba. No era más que tomar la corriente, hacerla propia y, al mismo tiempo, dejarse llevar por ella. Toda vez que las cosas se ponían complicadas, quienes flotaban parecían salirse con la suya. Y en ese momento, en aquél en el que estaba a punto de dejar de nadar, lo recordó. ¡Cuántos flotantes había visto hundirse frente a la primera gran ola, simplemente por no saber andar!Desesperada, se despertó. Notó que súbitamente había cortado un movimiento muy similar al de una brazada. Miró el reloj y las tres de la madrugada la terminaron de iluminar. Se vistió, caminó las tres cuadras que la separaban de la plaza y se acostó en aquella noche de verano, bajo las estrellas que parecían cada vez mñas brillantes, en la soledad de la nocturnidad porteña, de la simpleza barrial, del calor hogareño de su plaza. Cerró los ojos y ahora vio, a su alrededor, a nadie, a nada, sólo lo que quería sentir. Abrió los ojos y ahora vio, a su alrededor, a nadie, a nada, sólo lo que quería sentir. Finalmente, nadar en la oscuridad era la respuesta.
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11 de agosto de 2009
No me vas a hacer el juego.
- ¡Qué es así!
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31 de julio de 2009
La calma que antecede a la tormenta.
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21 de julio de 2009
Tormentoso.
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9 de julio de 2009
Jane y el destino de lo imposible.
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6 de julio de 2009
La identidad de la valentía.
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3 de julio de 2009
La costilla de Adán
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18 de junio de 2009
Revolución
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14 de junio de 2009
Capricho*
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8 de junio de 2009
Cuando dejó de llover (y comenzó a granizar)
Te dejé mientras me iba, aunque me decías que no.
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5 de junio de 2009
La imposible tarea de juzgar a un libro por su portada
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2 de junio de 2009
Si...
Si pudieras aparecer ahora,
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30 de mayo de 2009
Su perfume
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24 de mayo de 2009
La similitud de llamarse Paula.-
Caminó hasta el subte como cada vez. Bajó a la terminal y subió al vagón. Miró cómo cambiaba el paisaje inerte y guardó esas imágenes en la retina de sus ojos miel. Sin contar las estaciones, supo dónde bajarse y porqué, aunque hacía rato que dormía como no había podido dormir en toda la noche. Cruzó el pasillo que la separaba del siguiente andén, y una vez allí se paró en el borde, segura de sentir el viento en su pelo suelto, una de las pocas cosas que la hacían sentir viva. Incluso si el subte jamás llegaba, los sábados la hacían sentir una persona completamente distinta. Las puertas automáticas se abrieron y caminó hacia el tren que con la más hogareña comodidad la esperaba en esa cálida mañana de mayo. La música cruzaba sus sienes dejando a su paso la paz que sólo la brisa otoñal esparce sobre las ramas de los ejemplares arbóreos mientras se deshacen felizmente de las ya marchitas y obtusas hojas cobrizas. Justamente, quizás como una parodia del destino, todo su camino había simulado un atardecer permanente, detrás de los antojos de sol marrones que la acompañaban a todos lados y que la proveían de la fachada de mujer dura que la escoltaba a donde fuera. Las puertas automáticas se bajaron a la orden de “You don’t love me/Baby, You’ve hurt me” y Paula pisó la nueva plataforma con los ojos de los pasajeros clavados en su nuca, que más allá de su conocimiento, jamás correspondía. Caminó a paso seguro por el pasillo que la separaba de la calle y subió por la escalera fija que acompañaba paralelamente vacía a los cientos de personas que avanzaban en su quietud cada vez más retardada por la escalera mecánica. “Los porteños no cambian más – pensó -. Al final, tardo menos yo con mis piernas cortas…”.
Caminó desde el subte como cada vez. Pero esta vez, todo era distinto. Él ya no estaba allí, en su mente no existían ni podrían existir más príncipes ni sapos. El azul se desteñía con cada paso que daba, tiñendo todo a su alrededor, mientras abandonaba su propio corazón. Parecía una mañana de cuento, de primavera, casi casi de mentira. Sonrió para sus adentros, escondiendo allí también una lágrima. Levantó la mirada para encontrarse con la de él, el nuevo extraño que durante una fracción de segundo cambiaría el mundo con sus ojos. Él la volvió al piso, ella la mantuvo en el horizonte que la ciudad le negaba. Siempre aparecería otra, y se repetiría la escena, y lo sabía. En el entretiempo, simplemente bastaba con seguir caminando. Porque lo que Paula finalmente no podría ya evitar era su negación a confiar, a creer, a amar. Él se había llevado sus cualidades más preciadas, y aunque la vida parecía vacía sin ellas, su cobardía y delicadeza eran demasiado grandes como para dejarla desaparecer. En ese camino, como cada mañana, el horizonte invisible le permitía seguir avanzando, con la certeza de su frialdad, de su inteligencia y de su atracción. Y junto a él, saber que nunca podría abandonarlo, porque como alguna vez había escuchado “no se deja a quien se ama. Cuando uno lo abandona, es porque ya no lo ama”. Ella jamás lo iba a abandonar, pero difícil era estar a su lado si él prefería matarla en vida.
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16 de mayo de 2009
El desatino del destino
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12 de mayo de 2009
La era del hielo
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8 de mayo de 2009
MANIFIESTO POR UNA NUEVA REALIDAD
Me rehúso a creer que la Era Dorada de la Inventiva Post Moderna ha terminado. No puedo entender que todos y cada uno de los presentes en este momento en el Planeta se instalen en la facilidad de la ignorancia, la ignominia y la delicadeza del no ver. Acobardados detrás de los escritorios de su permanente reiteración de estupidez encuentro agazapados sueños, poesías, actuaciones, milagros de la bohemia súbitamente abandonada por la juventud contemporánea. El siglo XXI ha decidido que lo importante viene en frasco etiquetado, y simplemente nuestras vidas se han transformado en una gran caja registradora, por la que nuevos y cada vez más sorprendentes productos que agotan lo poco que residía en nosotros de la antigua y abandonada “imaginación”. No hay lugar en nuestras asediadas agendas para convertir lo que queda en ellas de ocio en producción real: leer, escuchar y observar cada vez más internamente, cada vez más consciente y oníricamente, es la salida y el escape de nuestras rutinas y nuestros calmos y organizados procesos de existencia. Y sobre todo, especialmente, crear.
Las mentes modernas, que completan y construyen el espacio de sobrevivencia de este Mundo y en particular de esta sociedad, han contribuido por su experiencia, su existencia o su planificación y evolución, a destruir la posibilidad de formar un sistema de valores reales, basados en la felicidad de todos, más allá de la egoísta idealización de sus objetivos. La revolución del éxito se contrapuso con la rebelión del arte y las almas libres, y la empresa conservadora de mantenernos inocuos al cambio se llevó a cabo sin ninguna baja, sin ninguna piedra que siquiera la hiciera temblar.
Creo que somos las víctimas de esta manipulación mental y sentimental que llamamos “evolución”. Creo que somos los vividores de un excremento social que nos presentan como milagro u oasis urbano. Creo que somos los que fabricamos nuestra propia identidad de muñecos de trapo. Creo que somos muchos más de los que creemos ser: alcanza con mirar por la ventana del colectivo, por la retina del ojo que transportamos, por la voz del que pide una moneda, por la insensibilidad de quien ocupa una realidad que no le es propia y que robó sin pensarlo dos veces. Creo que somos los que pintamos las canciones del futuro, los que cantamos los poemas del misterio a venir, los que escribimos las líneas que perfilan los senderos que recorreremos, los que cada vez con más énfasis dejamos estampado en el corazón de esta publicidad circular llena de individuos la necesidad de recuperar lo que alguna vez nos convirtió en seres distintos y nos paró en dos patas: la necesidad de desarrollarnos. Estoy convencida de que los bohemios, los artistas y los reos; los abogados, los médicos y los contadores; los nuevos, los de siempre y los viejos; los milagrosos, los adictos y los ineptos; los astutos, los zarpados y los abandonados; los que saben qué hacen en esta vida y sobre todo los que todavía no, les importe mucho o no tanto; todas las personas que acompañan el andar de la que se cruzan en la calle son responsables de cambiar esta realidad, de crear una nueva realidad. Una realidad de pensamientos, entendimiento, igualdad, comprensión y destreza creciente. Somos.
Presentado por Pau a las 00:08 0 notas al margen
23 de abril de 2009
Si te acordás.
Presentado por Pau a las 23:41 0 notas al margen